No hace falta lanzarse en grandes proyectos, ni ser un economista experto, basta con cambiar algunos hábitos cotidianos o algunos comportamientos.
Por ejemplo:
Cualquier acción, por pequeña que sea, tiene mucho valor y puede ser el germen de un cambio sistémico.
De hecho, creo que vivimos en uno de los momentos de la historia más positivos respecto a la participación de los ciudadanos en los cambios económicos, políticos y éticos; y la existencia y proliferación de todos estos modelos lo demuestra. Todos podemos ser agentes de cambio.
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